Los gases de efecto invernadero son los gases de la atmósfera terrestre que producen el efecto invernadero. La mayoría de los gases de efecto invernadero pueden tener una fuente natural o antropogénica (hecha por el hombre).
Gases de efecto invernadero
Los gases de invernadero son aquellos gases de la atmósfera que influyen en el balance energético de la Tierra. Provocan el llamado efecto invernadero. Los gases de efecto invernadero más conocidos, el dióxido de carbono (CO2), el metano y el óxido nitroso, se encuentran de forma natural en bajas concentraciones en la atmósfera. Sin embargo, su proporción ha aumentado considerablemente desde principios del siglo pasado debido a diversas fuentes de origen humano.
Además de estos gases traza, que sólo pueden encontrarse en concentraciones muy bajas en la atmósfera, el vapor de agua es probablemente el gas de efecto invernadero más importante. Sin embargo, sólo desempeña un papel importante en relación con el efecto invernadero natural, ya que la capacidad de absorción del vapor de agua en el aire está directamente relacionada con la temperatura. Por tanto, el vapor de agua tiene poca influencia en el cambio climático provocado por el hombre.
La concentración de gases de efecto invernadero
La concentración de gases de efecto invernadero no sólo influye en la temperatura de la Tierra, sino que las fluctuaciones de temperatura causadas por factores climáticos naturales alteran a su vez estas concentraciones. En los últimos 800.000 años se han determinado concentraciones de CO2 de entre 180 y 300 ppm (partes por millón) a partir de muestras de hielo y sedimentos del Ártico.
La influencia respectiva del CO2, el CH4 y el N2O en el clima varía. Así, el CH4 y el N2O tienen un impacto desproporcionado en el efecto invernadero en relación con sus concentraciones atmosféricas comparativamente pequeñas.
Para comparar el impacto respectivo en el clima y el potencial de calentamiento de los gases de efecto invernadero, el metano y el óxido nitroso se miden en equivalentes de CO2 (CO2e).
Para ello, las emisiones se multiplican por el respectivo factor de impacto climático. La base de este cálculo es el CO2 con un potencial de calentamiento de uno.